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Diálogo: Nosotras con DIOS

Nieta:Abuela… ¿estás aquí? Te siento, pero no te veo.

Abuela:Estoy, mi niña. Siempre estoy contigo. Aunque mis pies ya no toquen la tierra, mi amor vive en cada rincón que compartimos.

Nieta:Te extraño tanto. Tu risa, tus cuentos, la forma en que tus manos tejían mi abrigo en los inviernos. Todo parece vacío sin ti.

Abuela:Y yo extraño verte. Extraño tus ojos curiosos, tus manos. Pero aquí, donde estoy ahora, no hay tiempo ni distancia. Todo lo que vivimos sigue intacto.

Nieta:Abuela… ¿fue difícil irte? Yo no quería verte sufrir pero te extraño tanto.

Abuela:Fue difícil dejarte, pero no porque me doliera el cuerpo. Lo que me dolía era saber que tú cargarías con mis males y mis sufrimientos. Pero aquí aprendí algo, el amor nunca desaparece, ni siquiera con la muerte.

Nieta: ¿Y crees que algún día estaré lista para dejarte ir?

Abuela:No necesitas dejarme ir. Solo aprende a verme de otra forma. Estoy en el canto de los pájaros, en el aroma de la lluvia sobre la tierra, en cada abrazo que das con el corazón lleno.

 Dios:Mis hijas, vuestro amor trasciende lo que los ojos ven. Abuela, ¿qué deseas decirle desde el cielo que alivie su pena?

Abuela:Dios mío, dile que las raíces que planté en su corazón son fuertes. Que mi ausencia física no es más que un espejismo, porque vivo en cada recuerdo, en cada enseñanza que le dejé.

Dios: (a la nieta)¿Y tú, pequeña? ¿Qué deseas preguntarle a quien tanto amas?

Nieta: Quiero saber si está feliz allá, si la cuidan bien. Quiero saber si siente mi amor, aunque ya no esté aquí.

Abuela: Estoy feliz, mi niña. Aquí no hay miedo, ni dolor, solo paz. Y siento tu amor cada día. Es como un puente que conecta tu mundo con el mío. Nunca lo olvides.

Dios: El amor es eterno porque viene de mí. Guardalo como un tesoro, porque un día, cuando ambos caminos se unan de nuevo, no habrá más separación.

Nieta: Gracias, abuela. Gracias, Dios. Ahora sé que no estoy sola.

 
 
 

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